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STOP 3 - THE FIRST MODERN BUILDING
STEVE BUSCEMI:
Who would design this massive structure? The State of Pennsylvania held a competition—and a one hundred-dollar prize was awarded to John Haviland, a young, British-trained architect. He was faced with a huge challenge: holding hundreds of prisoners in strict solitary confinement. Now that may sound simple today, but remember that in 1829, even the White House had no running water, and the president—Andrew Jackson—used a chamber pot. Even the wealthiest Americans heated their homes with wood or coal fireplaces.
The model represents a cross section of this corridor as it stood in 1830. Notice that each prisoner here had his own cell—roughly 8 by 12 feet— with a bed, a workbench, and a cast-iron toilet that was flushed with water once a day.
Architect David Cornelius has studied these buildings since 1983. He’s even explored the utility tunnels that run beneath this corridor.
DAVID CORNELIUS:
There were actually a few escapes through the sewer, but prisoners usually found easier ways of escaping. Try escaping through your toilet at home [laughs].
STEVE BUSCEMI:
Now remember, when they were new, these cellblocks had a striking, church-like appearance. The cells had wooden floors and a high, arched ceiling almost like a chapel—with a round skylight, called the “dead eye.”
The back of each cell had a small door. It opened into a walled exercise yard, slightly larger than the cell itself, but open to the sky.
Notice, on the model, that there is no door connecting the central corridor—where you’re standing—to the cells.
The doors you see now lining this corridor were added in the 1850s. Originally, there was just a small opening, called a feeding hole, through which meals could be passed to the inmates. Originally, the only way into these cells was through the exercise yard door.
The cells were heated by a furnace located in a small shed at the end of the cellblock. You can see it at the very back of the model.
Haviland designed a prison system that would allow each prisoner to be kept completely isolated from his neighbor. Gone were the rowdy crowds of thieves and prostitutes. Gone, too, they hoped, were outbreaks of typhus—or, as it was known, Jail Fever. Again, architect David Cornelius.
DAVID CORNELIUS:
Keep in mind that in the 1830s germs were basically unknown, people believed that illnesses were spread by bad air, which is not entirely true but not entirely false either. And Haviland had the challenge that if his architecture didn’t work, his users were going to die. It had to work. It was the 1830s equivalent of designing a spaceship, wherein all life support had to be provided successfully.
STEVE BUSCEMI:
John Haviland had built the first truly modern building in the United States. But would it reform criminals? When you’re ready to continue your tour, press 4 and the green play button on your Acoustiguide.
EL PRIMER EDIFICIO MODERNO
STEVE BUSCEMI:
¿Quién diseñaría esta estructura masiva? El Estado de Pensilvania convocó un concurso, y se concedió un premio de cien dólares a John Haviland, un joven arquitecto con formación británica. Se enfrentó a un gran reto: mantener a cientos de prisioneros en un confinamiento solitario estricto. Eso puede parecer fácil hoy, pero recuerde que en 1829 ni siquiera la Casa Blanca tenía agua corriente, y que el presidente Andrew Jackson usaba un orinal. Incluso los americanos más ricos calentaban sus casas con madera o carbón en chimeneas.
El modelo a su izquierda representa una sección transversal de este corredor tal y como estaba en 1830. Observe que cada prisionero aquí tenía su propia celda, de aproximadamente 2,5 por 4 metros, con una cama, una mesa de trabajo y un servicio de hierro fundido al cual se echaba agua una vez al día.
El arquitecto David Cornelius ha estudiado estos edificios desde 1983. Incluso ha explorado los túneles de los servicios que estaban por debajo de este pasillo.
DAVID CORNELIUS:
Hubo realmente unas cuantas fugas a través del alcantarillado, pero los prisioneros solían encontrar formas más sencillas de escapar. Trate de escapar por el inodoro de su casa. (se ríe).
STEVE BUSCEMI:
Recuerde que, cuando eran nuevos, estos bloques de celdas tenían un aspecto llamativo, como de iglesia. Las celdas tenían suelos de madera y un techo alto, arqueado, como el de una capilla, un tragaluz redondo llamado "ojo del muerto" u "ojo de Dios".
La parte posterior de cada celda tenía una pequeña puerta. Se abría hacia un patio de ejercicio rodeado de muros, ligeramente más grande que la celda en sí misma, pero abierto al cielo.
Observe, en el modelo, que no hay ninguna puerta que conecte el pasillo central, donde está usted, con las celdas. Originalmente, había sólo una pequeña apertura, denominada “abertura de alimentación”, a través de la cual se podían pasar las comidas a los internos. Cada detalle estaba diseñado para aislar al interno de cualquier contacto humano.
Las puertas que ve alineándose a lo largo de este corredor fueron añadidas en la década de 1850. Originalmente, la única forma de entrar en estas celdas era por la puerta del patio de ejercicios.
Las celdas se calentaban por medio de una caldera situada en un pequeño cobertizo al extremo de cada bloque de celdas. Puede verlo en la parte posterior del modelo.
Haviland diseñó un sistema de prisiones que permitiera que cada prisionero estuviera completamente aislado de sus vecinos, alejado de las multitudes de ladrones y prostitutas. También estaba a salvo, o eso esperaban, de los brotes de tifus, o, como se conocía entonces, de la fiebre de las cárceles. De nuevo, el arquitecto David Cornelius.
DAVID CORNELIUS:
Hay que tener en cuenta que en los años 1830 los gérmenes eran básicamente desconocidos; se pensaba que la enfermedad era extendida por el aire malo, lo cual no es enteramente cierto, pero tampoco es completamente falso. Y Haviland se enfrentaba al reto de que si su arquitectura no funcionaba, sus usuarios morirían. Tenía que funcionar. Era el equivalente en los años 1830 a diseñar una nave espacial, donde hay que proporcionar todo el soporte a la vida.
STEVE BUSCEMI:
John Haviland había construido el primer edificio auténticamente moderno de los Estados Unidos. ¿Pero reformaría a los delincuentes? Cuando esté listo para continuar pulse 74 y el botón de reproducción (Play).